jueves, 21 de julio de 2011

Anhelo palpitante

Y el cielo gris me acompaña, como el gris de mis emociones inquietas, sabía que así era, llegue tarde pero… como remediarlo si es imposible, la impotencia del error, la nostalgia de lo que jamás podrá ser, descubrí que te necesito y ¿ahora qué? La vida sigue igual y las canciones seguirán siendo punzadas cuando pienso en ti y los lacerantes recuerdos seguirán estando allí mientras miro el vidrio y aquellas gotas resbalando por él como imitando mis lagrimas solitarias, como reflejando la tristeza del alma que vive en mí… seguirán cayendo incesantes. La neblina se arroja en mi camino, el arrebol abandonó mis mejillas hace mucho, las emociones me abandonan pues tu voz ya no la oigo, fugaz, tu paso fue así… sin más, sin una advertencia, o quizá con mil, un corazón olvidado no escucha advertencias, las reverberaciones de tu llegada borraron la lógica y el sentido común como un haz de luz del sol deslumbra a la alondra que insomne acude a su alborada como aturdida sin poder evitar ser guiada por aquel belleza, aquel canción, aquel luminosidad que es canción, que es vida y es emoción, que se puede tocar y que no se puede ignorar…
…jamás podré alejar de mi mente el canto de tu cuerpo que fueron acordes por mis recovecos haciendo de mi cuerpo su pentagrama inexacto pero a la vez armonioso, todo calzaba, todo era exacto, sin errores, pero efímero, destinado a morir desde el nacer, hermoso pero escrito sobre la arena del mar, con fecha pronta de caducidad.